8 oct 2017

Libro Malezas comestibles del cono Sur


INTRODUCCION

Las plantas comestibles que aquí describimos abundan en lotes suburbanos, rutas, jardines, huertos, caminos, campos, áreas cultivadas y/o bosques. En su mayoría son , "exóticas" esto es, plantas provenientes de otras regiones e introducidas por el hombre. Son todas invasoras, o sea que no hay peligro de afectar a la naturaleza autóctona al cosecharlas. Hace unos diez años, el caminar por un campo en la estepa, al este de Bariloche, comprobamos que de cada diez pasos que dábamos, dos correspondían a alguna planta comestible, nativa o exótica. En total, hallamos ocho especies comestibles. En áreas urbanas (con 24 especies), como la de un jardín abandonado por un año, en el 15 % de los pasos, la punta del zapato tocaba una planta comestible. En un bosque urbano ese valor subía al 35 %, y en un terreno baldío al 66 % de los pasos. Ese primer muestreo tentativo nos reveló la sorprendente abundancia que existe de

plantas alimentarias silvestres. Muestreos intensivos posteriores más adecuados, tanto en Bariloche (Argentina) como en Coatepec (Veracruz, México), confirmaron y hasta sobrepasaron nuestras expectativas. Los rendimientos, en Bariloche, variaron desde 250 hasta 7000 kg/hectárea (Díaz-Betancourt et al.1999). Obviamente, no todas las plantas aquí citadas están siempre disponibles. En primavera y verano son más abundantes y tiernas. Algunas cuestan más trabajo, son menos rendidoras que otras. Se deben elegir las más abundantes, las más accesibles, las más sanas, limpias (sin manchas) y lozanas. 

Cada especie es descripta brevemente e ilustrada, indicándose cuales son sus partes comestibles y cómo prepararlas, crudas o cocidas. Las recetas aparecen al final de este capítulo. 

Recomendaciones

1. No recolectar las plantas en sitios contaminados o donde haya signos de la presencia de animales domésticos. Si sospecha que puede haber cerdos, perros, etc. en el lugar, como prevención, cómalas cocidas. Evitar las áreas con basuras o desechos, especialmente de lubricantes, pinturas, solventes, etc. Si se trata de acequias con plantas acuáticas, como el berro o la verónica acuática, averiguar de donde provienen sus aguas. Si pasan por zonas pobladas, donde puede haber cloacas vertidas al canal, o si atraviesan grandes plantaciones frutícolas en donde se hacen pulverizaciones o fumigaciones con herbicidas, fungicidas o insecticidas, recomendamos no utilizarlas. Igualmente, deberán evitarse las bermas o banquinas en rutas muy transitadas. Los automotores dispersan metales pesados, combustibles y lubricantes, y muchos de esos tóxicos pueden ser absorbidos y concentrados por las plantas. Otra alternativa es alejarse más de 30 m del pavimento.

2. Si no está seguro de la identificación de la planta, consulte antes con algún conocedor, o con algún botánico o agrónomo, de la Universidad más cercana, o con técnicos del INTA.

3. Si se encuentra alejado de la, "civilización", la solución es probar la planta. No se debe ingerir grandes cantidades sino porciones muy pequeñas. Dejar pasar unas 2-3 horas y, si no hay retortijones intestinales, dolor o pesadez de estómago, diarrea, mareo, náusea u otros síntomas, proceder a ingerir dosis cada vez mayores, respetando los intervalos de 2-3 horas después de cada ingestión. Hacerlo, por supuesto, con una sola especie de planta por día ya que si se trata de una mezcla de especies será muy difícil determinar cuáles son las comestibles y cuáles las indigestas. Ese era el método que utilizaban los aborígenes, y es el método que utilizan los animales cuando se ven frente a nuevos alimentos.

4. Aunque se tenga hambre, no comer porciones excesivamente voluminosas. Si las indigestiones ocurren cuando se ingieren grandes cantidades de una verdura o fruta cultivada, con más razón pueden ocurrir con plantas silvestres que, en algunos casos, son más difíciles de digerir. Tratar de variar la dieta, como hacen los pájaros. Aunque dispongan de abundante alimento, levantan vuelo antes de llenar sus buches, para diversificar sus dietas.

5. Algunos suelos pueden contener elementos químicos tóxicos como, por ejemplo, el selenio, cobre, cadmio o nitratos provenientes del uso excesivo de fertilizantes. Las plantas (tanto silvestres como cultivadas) pueden concentrar dichos elementos o sustancias y hacerse tóxicas o, por lo menos, indigestas. Por tal razón, ante síntomas digestivos inusuales debe suspenderse la ingestión de plantas silvestres.

6. Como medida preventiva, recomendamos no recoger ni comer plantas silvestres frente a niños muy pequeños. Estos no tienen la capacidad de reconocer con precisión las especies comestibles y pueden, por tanto, intoxicarse.

7. Y no creer que porque la vaca, oveja o cabra comen con fruición (Placer o gozo intenso) una especie dada, nosotros también podemos comerla. No es una buena indicación como, también a la inversa: no todas las plantas que nosotros comemos son buenas para los animales domésticos. Si un caballo ingiere perejil o acelga, puede morirse. 

En el presente libro el lector encontrará descripciones botánicas de cada especie. No asustarse con
la terminología: los botánicos usan algunas palabras, "difíciles" para no alargar el texto. La solución es utilizar el Glosario y comparar con atención la anatomía de la planta recolectada con la descripción del libro. Si hay detalles que claramente no concuerdan, mejor es consultar con algún experto y no arriesgarse a comer la planta. Por supuesto, no podemos responsabilizarnos por el uso inadecuado o errores cometidos en el reconocimiento de las plantas.

Un consejo: cuando tenga correctamente identificada la planta, es bueno conservarla en un herbario de comestibles. Siempre conviene revisar la colección pues uno va memorizando las especies y sus diferentes variedades y formas. En el campo, finalmente, no se pierde tiempo: se va directamente "al grano" para recolectar las comestibles. Para herborizarlas póngalas a secar entre papeles de diario, eligiendo los ejemplares más completos, con alguna flor y fruto, o partes relevantes. Póngales un peso encima, como por ejemplo libros, para que queden prensadas. Una vez secas, sujételas luego sobre una hoja de papel o cartulina mediante cinta autoadhesiva ("tape" o "scotch", o mejor aun con una tirita engomada) indicando su nombre vulgar, botánico, lugar y fecha de colecta, y cuáles son sus partes comestibles. Se pueden guardar en carpetas, con las láminas protegidas en bolsas de plástico transparentes.

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Malezas comestibles del cono sur

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